Un águila vivía junto al nido de un cóndor, atada a un poste por una de sus patas. El cóndor era feliz con su compañía porque odiaba sentirse solo, pero el águila estaba cada día más triste y silenciosa, soñando a ratos con los ojos perdidos más allá del horizonte, y recreándose otras veces con el vuelo circular de otras águilas sobre su sabeza.
Un día, compadecido, el cóndor decidió cortar la cuerda y dejarla libre. Lo hizo temeroso y abatido, anticipando su pérdida. Pero el águila, libre al fin, comprendió que quien le daba la libertad la amaba sinceramente, y decidió permanecer a su lado.
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