23 de diciembre de 2012

Amor


(He tomado la imagen de aquí)

Enriqueta y Jack llevan juntos casi toda la vida. Se conocieron en su juventud, durante un viaje, y unos meses más tarde, él dejó su Londres natal para instalarse con ella en Madrid. Se casaron y tuvieron un hijo. 

Enriqueta no era una mujer muy guapa, y tampoco destacaba por su inteligencia. Era, sencillamente, una mujer simpática y divertida, y Jack la adoraba. Se llamaban mutuamente con apelativos cariñosos inventados por sí mismos, caminaban de la mano y viajaban solos por todo el mundo aprovechando las oportunidades que el trabajo de él y los campamentos escolares del pequeño les permitían. Cuando su hijo se hizo mayor y se fue de casa, Jack se jubiló y siguieron disfrutando de su mutua compañía. Siempre me resultó llamativo verlos juntos, mimándose como dos novios adolescentes, él siempre pendiente de que a ella no le faltara nada, de ponerle el abrigo y servirle el agua o el vino.

Con el paso del tiempo, los despistes de Enriqueta comenzaron a ser cada vez más evidentes. Recorrieron una batería de médicos antes de escuchar el diagnóstico: Alzheimer. Su vida no cambio casi nada. Jack seguía ocupándose en exclusiva de ella, y no quería oir hablar a su hijo de internarla en una residencia. Un día, una embolia les condujo al hospital. Él no se movió de su lado en todo el tiempo, hasta que pasados dos meses, los médicos les comunicaron que su situación era irreversible y que nunca podría volver a caminar, ni a ingerir alimentos más que a través de una sonda, ni a hablar, y la derivaron a una residencia para ancianos desahuciados.

Desde entonces, Jack no se mueve de su lado. Ella permanece sentada en su sillón, con la cabeza caída, ausente, mientras él no deja de contarle cosas, mostrarle fotos y leerle libros. Algunas tardes, los demás internos le miran sorprendidos cuando la toma en brazos -apenas pesa 40 kilos- y se pone a bailar con ella por la sala: "baila, mi pequeña, baila con tu Jack". 

Estas Navidades, Jack ha rechazado todas las invitaciones de familia y amigos a comer o cenar en compañía. Sólo quiere estar con su pequeña, "ella se lo merece", dice sonriendo. 

En esta época en la que tanta gente ha dejado de creer en el amor y en la bondad, me parece imprescindible contar esta historia absolutamente real de una pareja de mi familia. Si existe un amor verdadero, es el de Jack por su Enriqueta. Dios lo bendiga.

Os deseo a todos una Feliz Navidad, y que tengáis cerca a alguien que os quiera al menos la mitad que él ama a su esposa.  


20 de octubre de 2012

Sobre el sentido del humor


El sentido del humor bien entendido es un bien muy escaso. No me estoy refiriendo a esa capacidad para reír a costa de los defectos ajenos, tan innata al ser humano -como ocurre con los chistes, las imitaciones y las caricaturas ajenas-, sino a esa otra capacidad, más sutil y refinada, de transformar la realidad en una caricatura de sí misma, intentando con ello quitarle hierro y sacar de ella algo positivo: sonrisas. 

No quiero decir ni mucho menos con ello que piense que el sentido del humor y la sonrisa vayan siempre de la mano. A veces sí ocurre así, y es una gran suerte dar con ese tipo de gente: personas dotadas de un fino sentido del humor, que además alegran el día a cuantos les rodean regalando sonrisas -hace ya algún tiempo que considero fundamental rodearse de este tipo de personas, tan necesarias como la calidez del sol a partir de cierta edad-. Pero, en general, ni todo el mundo que reparte sonrisas está dotado de sentido del humor, ni todos los agraciados con el mismo son personas felices. De hecho, conozco a verdaderos artistas del humor ácido e irónico, a los que cuesta arrancar una sonrisa, almas en el fondo tristes, que nos hacen reír con su ingenio sin esbozar una sonrisa. Haberlos, haylos.

Para mí, el sentido del humor es fundamental. Es una de las cualidades que más aprecio en los seres humanos, junto con la bondad y la inteligencia. Un hombre capaz de hacerme reír, reír conmigo y reírse de sí mismo, tiene ya para mí un enorme atractivo. Y esta última parte, la capacidad para relativizar y ser capaz de hacer bromas y aguantarlas estoicamente, sobre las propias características o circunstancias, es la más difícil de encontrar, por ser la más difícil de llevar a cabo en la práctica.

El otro día, discutía amigablemente con un amigo sobre ello, pues él no entendía los límites que mi propia moral me impone a la hora de hacer humor. Soy capaz de aguantar bromas sobre mi aspecto físico o mi forma de hablar, pero no me hacen gracia los chistes sobre problemas ajenos de tipo físico, enfermedades y demás. Aquel día, alguien había comenzado a usar en Twitter el hashtag #PelisconDislexia, y este amigo me propuso que, dada mi afición a jugar en estos juegos, escribiera alguno. Le contesté que no me motivaba, pues a pesar de considerar que mi sentido del humor es de manga muy ancha, no encuentro la gracia a hacer chistes a costa de la dislexia, el Alzheimer, el maltrato (que también he visto hace poco un #PelisConMaltrato, sí, como lo leéis), la pederastia, la fibromialgia, la cojera o la gordura, por poner algunos ejemplos. 

No me molestan porque sea yo quien padezca ninguno de esos males, sino porque siempre hay algún conocido, más o menos cercano, que los sufre, e incluso algún desconocido que pueda sentirse ofendido al leerlos. Puedes tomarme el pelo de buen rollo llamándome pies grandes, flacucha, Cirano o jirafa -de niña no me hacía ninguna gracia, pero una de las pocas cosas buenas que tiene hacerse mayor, es que lo que antes veías como defectos, ahora pueden llegar a ser incluso virtudes-. Seguramente nos reiremos juntos. Pero eso sí, doy por hecho que, si entras en el juego, jugamos todos, y tú también estás dispuesto a recibir. Y nos reiremos juntos, por que si no, ¿qué gracia tiene el juego?

Otro tipo de humor, yo no lo entiendo.


12 de septiembre de 2012

Recomenzando



Se había marchado de vacaciones con el ánimo agotado por las responsabilidades de la vida diaria, el desánimo de que probablemente a su regreso el ambiente laboral en el que se había sentido cómoda hasta entonces podía darse literalmente la vuelta, y la nostalgia anticipada ante la inminente partida de un compañero entrañable con el que había compartido risas en esos años. Una decepción personal le añadía además un peso extra a la mochila del cansancio acumulado. Se propuso aprovechar el tiempo ese verano para desconectar, descansar y olvidarse de todo lo que no le aportara alegría, de todo lo que la hiciera sentirse mal, sentirse pequeña y desvalida como un niño al que nadie acaricia. 

Alquiló una casita blanca de contraventanas azules, sobre un promontorio frente al mar, y aprovechó el tiempo para recomponer los pedazos de su alma y las fuerzas de su cuerpo, que ya no era tan joven. Pasó los días devorando libros, paseando, pintando, y meditando sobre la vida que había llevado en los últimos tiempos, la vida que desearía vivir, la que consideraba adecuada para ella, la deseable para quienes la rodeaban, y los posibles puntos de intersección entre todas ellas. 

Los días pasaban lentamente, sumida en esa maravillosa sensación de libertad que da el no verse sujeto a la dictadura del reloj. Una libertad que le permitía, por primera vez en mucho tiempo, vaciar la mente de todo lo superfluo y ocuparla en cosas que en los últimos meses no se había detenido a cuestionar, sumida en la vertiginosa huída hacia adelante de la vida cotidiana. Se permitió el lujo, incluso, de quedarse quieta a ratos,  reclinada sobre una hamaca en el porche, mirando únicamente el vaivén de las olas. Sin tener que pensar, sin prisa para nada. Y en algunas ocasiones (con frecuencia le ocurría al amanecer, mientras el sol comenzaba a asomar lentamente sobre la línea del mar), se sorprendió pensado en la utopía de la felicidad plena. Algo que más de una vez la había mantenido ocupada sintiéndose desgraciada por su ausencia, y le había impedido disfrutar de los pequeños momentos felices que, sin darse apenas cuenta, la iban asaltando cada día (como dice Punset, "la felicidad se encuentra muchas veces en la sala de espera de la felicidad").

Se dio cuenta de que, cuando no se aferraba de forma testaruda a esa necesidad de alcanzar la felicidad, no se veía sometida al estrés por conseguirla y era capaz de dejarse llevar por la ilusión de las pequeñas cosas. Una ilusión que nada tenía que ver con el conformismo de los resignados, de los que cierran los ojos para seguir viviendo una vida mediocre, aunque tengan en sus propias manos, al alcance, la posibilidad de ser mucho más felices. La ilusión de quien de verdad está deseando vivir y es capaz de encontrar el valor necesario para tomar las riendas de su vida. De escuchar a su propio corazón, de intentar no culpar a otros, porque nadie tiene la llave de nuestra felicidad ni es culpable de nuestras decisiones ni de nuestra cobardía para tomarlas. Como mucho, pensó, si hubiera que buscar culpables, somos nosotros mismos a veces los que permitimos que nos hagan daño, otorgando un poder excesivo a personas que no lo merecen, a quiénes, dijeran lo que dijeran, demuestran con sus actos que no nos quieren. Recordaba una frase de un biólogo chileno, Humberto Maturana, leída en el blog de Mertxe Pasamontes, que decía: "los seres humanos surgimos del amor y dependemos de él, y nos enfermamos cuando éste nos es negado en cualquier momento de la vida", y para ilustrarlo contaba que en algunas culturas primitivas, cuando un enfermo acudía ante el brujo de la tribu aquejado por algún dolor, éste le preguntaba: "¿quién no te quiso hoy?". 

Pensó que, a veces, nuestra ceguera frente a los demás seres humanos, nos lleva a la decepción y el sufrimiento, pero por suerte, es un tipo de ceguera de las que se curan cerrando una puerta, una vez que maduramos y asimilamos que el mundo no se acaba porque alguien deje de querernos. Pasaron los días. Una mañana, comprendió que casi sin darse cuenta había recorrido una buena parte del camino. Había sufrido, había pasado demasiado tiempo triste, pero debía de perdonarse por ello. Tenía derecho a reconocer ante sí misma que no era tan fuerte como los demás creían, a sentir sus propias emociones, buenas o malas. Pero tenía también la obligación de cambiarlas, y sólo ella tenía el poder para conseguirlo, sola o en compañía, con o sin amor.

Puesto que no sirve para nada lamentarse, y que además la observación le había demostrado que cuanto más afecto ofrecía a su alrededor, más feliz se sentía, se propuso intentar vivir cada día como si fuera el último, regalando saludos y sonrisas, y comprobó inmediatamente que cada sonrisa que regalaba a un desconocido, se le devolvía aumentada en las bocas de otros. Tal vez no había llegado aún a la felicidad, pero sin duda, pensó, estaba en el camino. 

Como lo estamos todos. Es sólo que a veces, nos cuesta verlo.





7 de septiembre de 2012

Primavera



Atrás queda el invierno frío y muerto
Que ha dejado desnudos nuestros brazos

Se llevó los sonidos que endulzaban
Las mañanas de siempre en este bosque
Se llevó el aleteo de los pájaros,
Sus hermosas canciones de maitines

Nos dejó solitarios, tristes, pobres
Huérfanos de tu luz, que tanto amamos

Pero ya estás aquí, astro imponente
Nos devuelves la sangre a nuestras ramas
Volverán a llegar los pajarillos
Y a croar en el agua nuevas ranas

Volveremos a oír dulces canciones
Y tornará a latir el bosque entero
Porque gracias a ti, ya es primavera
Y se inunda de luz la vida entera.


El negrito de los ojos verdes



El niño de los ojos de aceituna nunca sonríe 
Tan menudo, tan tierno, le ensombrece el alma una gran pena
Porque perdió a su ángel muy temprano
Porque la negra que lo apretaba contra su pecho
Que lo acunaba al ritmo de una nana
Le dejó muy solito una mañana
 
Ya no escucha su voz cuando hay tormenta
Ya no siente sus manos en su cara
Cuando siente dolor, pena y tristeza
Ya no encuentra sus ojos azabache
Cada vez que regresa de la escuela
 
Cuando los niños blancos le desprecian
Cuando le dicen cosas de su padre
Que pasó por la isla de viaje
Y enamoró con su verde mirada a su negra añorada
 
No llores más mi negro de ojos verdes
No llores más mi amor, que aquí me tienes
Cada noche la escucha susurrando
Junto a su oído siempre estas palabras
Y le pide llorando que lo lleve
En sus brazos volando al firmamento
 
Que esta vida sin ti, mamita linda, no la quiero
Que me pesa vivir sin tus abrazos
Sin la dulce caricia de tus besos
Sin tus manos suaves en mi pelo
 
Me enseñaste que Dios era un ser bueno
Que quería a sus hijos desde el cielo
Mas no entiendo por qué me hizo a mí esto
Se llevó la mitad de mi existencia
Y me dejó solito en esta tierra.

4 de septiembre de 2012

La vida después (libro)




Uno de los libros que he leído este verano es la última novela de la escritora y periodista gallega Marta Rivera de la Cruz. Me lo prestó mi amiga Cristina y me ha gustado mucho. Fluido y fácil de leer, te engancha a seguir la historia a pesar de la ausencia de misterio en sus páginas. Es un libro que aborda las emociones y relaciones humanas, centrándose en la amistad de toda una vida entre un hombre y una mujer. Un concepto en el que muchos no creen, dentro y fuera del libro. 

La protagonista  es una mujer que acaba de perder trágicamente a su mejor amigo, quien ha sido la persona más importante de su vida. A lo largo del libro se va observando cómo casi todas las personas que conocieron a ambos habían creído siempre que entre ellos había mucho más que amistad, que eran amantes. Además de estar muy bien escrito, a mi juicio por supuesto, el libro contiene algunas frases que me gustaron especialmente:

“Tal vez es que la desdicha nos vuelve más sabios, más comprensivos... Y también más buenos".

"El ser humano nace con el derecho a ser feliz, y ese derecho implica también una obligación. La felicidad es también una cuestión de voluntad, de perseverancia. Recuerda siempre que no hay nada de malo en querer estar vivo".


La vida después, Marta Rivera de la Cruz, 2011.


@microcuentos para una partida




-"Si tú supieras lo importante que eres..."-,
susurró él mientras ella lloraba incrédula su olvido. 
-"Si tú supieras"- repitió, tomando el tren 
que lo sacaba de su vida.

* * * * * *

Cuando el orgullo supere al cariño,
O te nieguen el pasado vivido,
Cuando prefieran la soledad a tu compañía 
y te conviertas en parte del mundo,
Habrá llegado el momento de partir.

* * * * * *



Despertó sudando. Descubrió que todo lo hermoso 
que había visto en él, había sido un sueño. 
La realidad era fea y decepcionante, y decidió cambiarla.

* * * * * *


Soltó una lágrima al salir cerrando aquella puerta. 
Dentro, dejaba lo más bello que creía haber vivido. 
Pero sabía ya que lo había soñado, y que
la VIDA era, en verdad, lo que esperaba fuera.

* * * * * *

Dejó de llorar su ausencia, secó sus lágrimas, 
levantó el rostro y vio sorprendida 
lo maravilloso que era todo lo demás. 
Y vivió.




It may be over but it won't stop there,
I am here for you if you'd only care.

You touched my heart, you touched my soul.
You changed my life and all my goals.
And love is blind and that I knew when,
My heart was blinded by you.

I've kissed your lips and held your head.
Shared your dreams and shared your bed.
I know you well, I know your smell.
I've been addicted to you.

Goodbye my lover
Goodbye my friend
You hace been the one,
You have been the one for me.


6 de agosto de 2012

Si pierdo la memoria...


Cuando el tiempo ha pasado,
y de todo lo vivido sólo nos queda un recuerdo lejano,
qué gran faena biológica es perder la memoria.

Y poder cruzarte un día, caminando por la calle,
con quien fue tu gran amor,
y no reconocer su cara, ni su olor.


Si un día, amor, ya viejos,

se cruzaran nuestros pasos en la acera,
y notaras que mis ojos no te siguen como entonces,
es que no te reconozco.

Si esto ocurre, amor, te ruego:
toma mis manos, díme quién eres,
y recuérdame que un día me amaste.

No dejes que me vaya, amor,
sin saber que un día nos quisimos.
Aunque cuando te vuelvas para seguir camino
y reunirte con ellos calle abajo,
haya olvidado incluso hasta tu nombre.

31 de julio de 2012

Dormido por vacaciones



Hace varias semanas que no escribo ninguna entrada nueva, y no es que hoy tenga algo extraordinario que contar precisamente, sino que me voy de vacaciones. Hace un año que no me tomo unos días y realmente me hacen falta. Me ilusiona la perspectiva de pasar un mes entero frente al Cantábrico, paseando, leyendo, disfrutando de momentos familiares y de momentos no menos especiales de soledad. No llevaré en la maleta mi portátil, cuyo lugar ocuparán los libros, esos grandes relegados durante el "curso". A quien caiga por aquí en estos días, gracias sinceras por asomarte a mi blog, espero que te quedes. 

Feliz verano a todos. Estáis obligados a ser felices. Un abrazo.


27 de junio de 2012

Frases de otros leídas en Twitter




J. Lindstrom

Con demasiada frecuencia olvidamos
lo mucho que puede valer una espontánea palabra de aprecio.

José Angel Buesa

Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte
y un amor tempestuoso, que no puede durar

Será en algún momento, no importa cuándo o dónde,
aquí o allá, porque el amor, por parecerse al viento,
parece que se ha ido y no se va.

Antoine de Saint-Exupéry

Es el tiempo que has perdido con tu rosa
lo que la hace importante.

Marcos Stupenengo (@mstupenengo)

Nunca dejes que el miedo al rechazo o a lo desconocido
no te deje ir tras lo que quieres.

Elena Silvela (@vidaenvioleta)

Si alguien te tratara como una opción, ayúdale a reducir
sus posibles candidatos, desapareciendo de su ecuación.

Los abrazos son para demostrar lo mucho que
quieres a alguien sin tener que decir una sola palabra.


Tuits de otros que sigo I



@DeboConfesarQue

Regala tu sonrisa a quien la merezca, tu amor a quien lo valore, 
tus lágrimas a quien te acompañe y tu vida a quien te ame.

Cada dolor te hace más fuerte, cada traición más inteligente, 
cada desilusión más hábil y cada experiencia más sabio.

Que sea difícil no significa que sea imposible. 
Que sea imposible no significa que voy a rendirme.

Es triste tener miedo a perder algo que nunca se tuvo realmente.

Es duro cuando alguien especial comienza a ignorarte, 
pero es más difícil cuando tienes que fingir que no te importa.

Las cosas cambian, las personas cambian, los sentimientos cambian, 
pero los recuerdos siempre serán los mismos.

La persona que baile contigo bajo la lluvia será la 
que camine contigo bajo la tormenta.

Duele tener a una persona en tu corazón, 
sin poder tenerla en tus brazos.

Si me amas, dilo. Si confías en mí, hazlo. 
Si me quieres, demuéstralo, y si me necesitas, pruébalo.

Si una persona realmente te quiere, se traga su puto orgullo 
y te llama para arreglar las cosas.

Enamórate de alguien que vuelva a ti después de las 
peleas, y no de alguien que el orgullo domine.

El peor sentimiento no es estar solo, es haber sido olvidado 
por alguien que tú nunca olvidarías.

Aprende a valorar a las personas que te quieren, 
no a las que tú quieres.

Si no te puedes sacar a alguien de la mente, es 
porque a lo mejor esa persona necesita estar ahí.

De los creadores de "No te llama" y "No te escribe", 
llega en 3D: "No le importas".

Nunca obligues a alguien a permanecer en tu vida, 
si quiere irse que se vaya, ya llegará 
quien quiera permanecer a tu lado.

Nunca ignores a quien le importas. Porque un día te darás 
cuenta que perdiste la luna, mientras contabas las estrellas.

Quien no te busca, no te extraña. 
Quien no te extraña, no te quiere.

¿No te sientes estúpido cuando echas de menos 
a alguien que no te echa de menos a ti? Yo sí.

Nunca te pido nada, pero hoy, sonríe. Porque les duele, 
porque les jode verte feliz y porque matarían 
por quitarte esa sonrisa de la cara.



25 de junio de 2012

Liebster Blog Award


Mi amigo de Twitter @Antonomásico me ha sorprendido gratísimamente concediéndome el premio literario "Liebster Blog Award", que no es más que una modesta forma de reconocimiento entre gente que lee y escribe, una forma de promocionar blogs de autores poco conocidos, por parte de otros que se dedican a lo mismo: escribir.

La filosofía del Liebster consiste en que cada autor que lo recibe, lo otorga a su vez a otros cinco autores cuyo trabajo admira, siguiendo unas normas básicas:

1.- Copiar y pegar el premio en el blog enlazándolo con el blogger que lo ha otorgado.

2.- Premiar a otros cinco blogs favoritos, que deben de cumplir a su vez la condición de tener no más de 200 seguidores, dejando un comentario en sus entradas para notificarles que han ganado el premio.

3.- Confiar en que los premiados continúen con la cadena, premiando a su vez a otros cinco blogueros.

Vamos pues con mis premiados.

El primero de mis particulares premios Liebster va para el blog de @Antonomasico, un lugar absolutamente imprescindible para quien disfrute con el microrrelato fantástico, irónico e imaginativo. Antonio, con una imaginación desbordante, fue uno de los primeros microcuentistas que conocí en Twitter y una de mis primeras musas -espero me perdone el empleo del femenino- para empezar en este mundillo. Para él, mi agradecimiento.

Mi siguiente mención para el galardón Liebster  ha de ser para el blog de Sebastián Zampati (@SebaZampatti), un exquisito poeta argentino que no podéis perderos. Si os quedáis con ganas, de más tiene otro: Enamorado del rayo, delicioso.

Quiero entregar otro de mis premios personales a Manuel Márquez (@mmarquezch), bloguero al que conozco personalmente hace muchos años (más de los que ambos tenemos, ya que somos unos críos) y una de las personas con más conocimientos sobre cine, que adorna con una maravillosa forma de escribir. Su "glob" es una delicia para cinéfilos profesionales y de andar por casa.

Mi cuarto premiado con el Liebster es Gabriel Aúz (@Gabriel_Auz), que cuenta con dos blogs entre mis preferidos. Uno primero y más antiguo, Sonos rotos, que recomiendo encarecidamente a los amantes de los libros, cuyas reseñas rebosan de emociones personales que Gabriel sabe transmitir como nadie a quien las lee. Y su último proyecto: Paseando en compañía, un blog absolutamente participativo en el que trata temas de enorme interés humano.

Mi última mención para el premio Liebster (porque sólo me permiten premiar a cinco), pero no por ello menos importante, es para XoséAntón, @Mis_Texticulos. Tanto en Twitter como en su blog de relatos es uno de mis autores de microrrelato favoritos: imaginativo, mordaz y con ese punto de mala baba que tanto me agrada.

Gracias, amigo Antonio.




  

12 de junio de 2012

Ríe siempre

Ridi sempre, ridi, fatti credere pazzo, ma mai triste. Ridi anche se ti sta crollando il mondo addosso, continua a sorridere. Ci son persone che vivono per il tuo sorriso e altre che rosicheranno quando capiranno di non essere riuscite a spegnerlo.

Roberto Benigni

Ríe siempre, ríe, que piensen que estás loco, pero nunca triste. Ríe aunque el mundo se te esté cayendo encima, continúa sonriendo. Hay personas que viven por tu sonrisa, y otras que rabiarán cuando comprendan que no han conseguido apagarla.



Hace muy poco leí por primera vez este texto de Benigni que define tan bien el espíritu de su maravillosa película, La vita è bella: toda una filosofía en la que el devenir de la vida me obliga a creer sin remedio. ¿Habéis hecho alguna vez el experimento de salir de casa por la mañana sonriendo? Aunque no hayamos dormido bien o nos duela la cabeza recordando la discusión o las malas caras de la noche anterior, realmente pintarse una sonrisa y ofrecerla a quienes nos vayamos cruzando a lo largo del día, funciona. Son muchas las personas que nos la devolverán -aunque no debemos hacerlo esperándolo-. Otras, quizá, nos lanzarán una mirada sorprendida (fatti credere pazzo), pero ninguna de ellas, casi con toda seguridad, nos la cambiará por una mala cara, por una mala contestación.


Si nos paramos a pensarlo, da un poco de vértigo sentir que somos capaces de modificar en cierta medida el comportamiento de los otros e incluso, yendo aún más lejos, sus posibilidades de tener un buen o un mal día. Pero de algún modo es así, al menos para mí. Basta que alguien, conocido o desconocido, te dedique una sonrisa para alegrarte la mañana. Y basta que alguien a quien quieres te ponga una mala cara, te conteste mal o -peor aún- te ignore, para que ese día se transforme de un plumazo en un día sombrío y triste.

Sonreír cuesta poco, y a cambio atrae buena suerte, para nosotros y para quienes nos rodean. Por contra, pasar el día quejándose de las desgracias que la vida ha puesto en nuestro camino, sólo atrae nuevas desgracias. La primera: aparta de nuestro lado a la gente que podía estar también ofreciéndonos sonrisas. La segunda: es posible que el mostrarnos debilitados por la desgracia haga un poquito más felices a quienes nos quieren mal. Y... ¿vamos a darles ese gusto? 





16 de mayo de 2012

Me gusta la gente

En los últimos años, desde que descubrí las redes sociales y comencé a integrarlas en mi vida, he podido escuchar muchas opiniones contrarias a ellas. Me resulta extraordinariamente curioso, además, que muchos de sus detractores suelen ser personas que no las conocen, y practican el insano deporte nacional de hablar sin conocimiento de causa. Personas, en algunos casos, a las que gusta afirmar con orgullo que no utilizan ninguna red social pues prefieren la vida real, y que piensan que detrás de cada avatar de usuario, se esconde una personalidad carente de habilidades sociales, seguridad y autoestima. Hay incluso quienes afirman sin sonrojo que, en muchos casos, el uso excesivo de las vías de comunicación 2.0 interfiere de manera  negativa en la necesaria socialización en el mundo real. 

Desde mi escasa experiencia y como absoluta profana en comunicación, psicología o sociología, me pregunto: si una persona con problemas para relacionarse en sociedad, es capaz  -gracias a herramientas como Twitter, Facebook o Tuenti- de expresar sentimientos, emociones, opiniones, interactuar, discutir, sonreír, alegrarse, felicitar aniversarios, mostrar empatía en los duelos de sus congéneres, o sentirse mínimamente acompañada en su soledad en un momento de duelo, ¿qué hay de malo en ello?

No dudo que, dependiendo del grado de madurez individual, puedan existir ciertos riesgos. Sobre todo para ese tipo de personas que aún confunden los contactos de sus redes sociales con auténticos amigos, y que pueden llegar a  experimentar un pasajero estado depresivo al comprobar que alguien ha dejado de seguirles en Twitter. Son comportamientos que desde mi punto de vista resultan exagerados, pero tristemente observables, aunque me niego a considerarlos como un comportamiento generalizado. De todos modos, si lo pensamos bien, esto también ocurre todos los días en la vida real, donde lógicamente es mucho más doloroso: ¿a quién no se le ha resquebrajado el corazón ante una decepción provocada por alguien a quien consideraba un amigo? 

En mi humilde opinión, el peligro que entraña la socialización en las redes reside en que el individuo pierda pie firme en el mundo real a medida que se sumerge más y más en ellas. Habría que tener por ello especial cuidado con los preadolescentes, que hoy en día entran en Tuenti con apenas 12 años y en poco tiempo acaban teniendo perfil en Twitter. A esas edades, entiendo, sí es delicado el uso indiscriminado de las redes sociales, puesto que aún no se ha alcanzado la madurez necesaria para comprender que el muro de una página pública no es el lugar más adecuado para exponer los sentimientos más íntimos ni publicar toda nuestra vida.

Dejando aparte estas excepciones, no deberíamos olvidar que existe un enorme grupo de usuarios -quiero pensar que la gran mayoría- que no vive dentro de una red. Que socializan sin problemas en su vida cotidiana lo mismo que en el 2.0. Gente que ama la vida y a las personas, que lo mismo da los buenos días a un vecino en el ascensor y al conductor del autobús, que conversa con otros padres en el parque y tiene un buen número de amigos reales con los que comer cada día pero que, también, por qué no, gusta de pasar un tiempo charlando con desconocidos en las redes. 

En mi caso, las redes sociales son uno más de mis pasatiempos preferidos, junto con la lectura, la escritura, el dibujo o el cine, por ejemplo. Además, es un pasatiempo que, sin haberlo pretendido nunca, ha servido de vehículo para conocer personas interesantes. Para mi sorpresa, algunas de ellas se han acabado instalando en mi vida, en el grupo de los amigos reales. Decepciones me he llevado bien pocas -procuro no tener expectativas en ese sentido- y nunca han sido lo bastante importantes como para quitarme las ganas de seguir socializando con otros seres humanos. Dentro y fuera, por igual.

Me gusta la gente. La vida es maravillosa, un lugar infinito poblado de personas valiosas, interesantes, divertidas, cariñosas, generosas. ¿Por qué habríamos de autolimitarnos conocer a las que se encuentran físicamente más lejos, si tenemos la posibilidad de hacerlo? Yo, desde luego, me siento feliz de haber conocido a unas cuántas, también en el 2.0. La vida es todo eso, y mucho más.

Gracias ;)



25 de abril de 2012

Todo pasa

Hace unos días, cuando el frío y la lluvia regresaron en plena primavera, escribí una entrada dejándome llevar por la nostalgia de los días grisesNostalgia de tiempos mejores, de días de rosas, nostalgia de seres queridos que se fueron de nuestro lado, unos sin querer, otros por decisión propia. Estos últimos son tal vez los que más duelen, porque tomaron voluntariamente el camino que les alejaba de nosotros, al descubrir tal vez con el tiempo que no éramos importantes en sus vidas. 

Es doloroso ver alejarse los trenes que se llevan una parte de nuestra vida, por pequeña que esta fuera. Hay que ser muy fuerte para agitar la mano con aplomo diciendo adiós. Pero no queda otro remedio que hacerlo y, al mismo tiempo, recordarnos cada día que somos alguien valioso y digno de ser amado. Nadie merece que perdamos la sonrisa y las ganas de volver a alzarnos y continuar el camino, una vez más. 

Afortunadamente en esta vida, todo pasa. Lo que en algún momento nos pareció imposible, se convierte en una posibilidad no tan lejana. Cuando alguna vez pensamos que no volveríamos a sonreir, amanece un nuevo día soleado y nos sorprende la sonrisa aflorando en los labios sin anunciarse. Cuando creímos que nuestra vida quedaría vacía con la ausencia, descubrimos de pronto que se está llenando de nuevo, sin darnos cuenta, de nuevas esperanzas. Cuando la decepción nos hizo pensar que no volveríamos a creer en el ser humano, descubrimos a nuestro lado personas maravillosas dispuestas a darnos la mano en el camino. Una mano sincera y generosa, que no deberíamos negarnos a tomar nunca. La mano que borrará de nuestra mente la nostalgia, haciéndonos descubrir que lo que añorábamos, era infinitamente peor que todo lo que nos espera por delante.

Nostalgia, ma non troppo. Por suerte, todo pasa.


18 de abril de 2012

Juguemos

A veces es más sano no tomarse la vida demasiado en serio. Y en el amor, es posible que la parte divertida sea el juego. Que lo relevante no sea tanto saber si el otro está enamorado, como que lo parezca. De poco sirve alguien que ama en silencio, si no está presente en nuestra vida físicamente, ni acompañándonos a lo largo del camino ni tomándonos la mano en los trances difíciles. Y, si contamos con alguien que nos brinda las mismas ilusorias sensaciones que se sienten con el amor verdadero, ¿qué sentido tiene cuestionarse si se trata solamente de un juego? 
Juguemos pues, mientras podamos, sin salir lastimados. 



-¿Juegas conmigo?-
-¿Cuál es el juego?-
-Jugar a enamorarse-
-¿Hay premio?-
-La libertad, si consigues
salir sin enamorarte-
-Juguemos pues, mientras podamos-.

* * * * * *

-¿Por qué la mató?- preguntó el fiscal.
-Porque le había prometido amarla hasta la muerte-
respondió, -y jamás he faltado a una promesa-.

                   * * * * * *

-No puedo vivir sin ti- dijo ella.
-Pues deberías ir aprendiendo- respondió él.
-¿Es que vas a dejarme?-.
-No. Es que quiero que seas libre-.


9 de abril de 2012

Lluvia

La mayoría de la gente se siente mejor en los días soleados. Pareciera que la vida nos sonríe a través de cada rayo de sol que nos llega. Sentimos más intensamente el calor de las personas que nos quieren, e incluso nos parece que el odio y el rencor de nuestros enemigos, se hacen insignificantes. Una vez una mujer que podía ser mi madre me dijo que las personas mayores necesitan el sol para vivir. Desde que llegó la primavera, me doy cuenta de que sin darme casi cuenta, he debido de hacerme mayor.

Hay también quien adora los días de lluvia. La verdad es que no hay mayor placer que quedarse en casa viendo llover tras los cristales. Aunque son días que, a mí personalmente, me inducen a la melancolía y me hacen recordar, más que nunca, a las personas que ya no están en mi vida. Unas, porque dejaron de existir. Otras, porque quisieron marcharse. Pensaréis que es bastante tonto recordar con melancolía a quienes dejaron de estar a nuestro lado por decisión propia. Pues sí, lo es, tan absurdo como a veces inevitable. Es como cuando te sientes triste y no se te ocurre nada mejor que hacer que encerrarte en una habitación lejos de todos a escuchar canciones tristes de amor.

Me gusta la lluvia. Pero más me gusta ver el final. Cuanto más oscuro y gris está el cielo sobre nuestras cabezas, siempre llega un momento en que se acaba. A veces incluso, el sol se abre camino entre las nubes y nos obsequia con un precioso arco iris. Es cuando cierro el libro, apago la música y salgo a la calle. A borrar de mi mente los fantasmas que me impedían seguir caminando. A sacudirme de encima la culpabilidad sobre lo que pude haber hecho para hacer que se fueran. A concederme al fin el perdón, pensando que uno mismo, como la lluvia, no puede gustar a todos.