16 de mayo de 2012

Me gusta la gente

En los últimos años, desde que descubrí las redes sociales y comencé a integrarlas en mi vida, he podido escuchar muchas opiniones contrarias a ellas. Me resulta extraordinariamente curioso, además, que muchos de sus detractores suelen ser personas que no las conocen, y practican el insano deporte nacional de hablar sin conocimiento de causa. Personas, en algunos casos, a las que gusta afirmar con orgullo que no utilizan ninguna red social pues prefieren la vida real, y que piensan que detrás de cada avatar de usuario, se esconde una personalidad carente de habilidades sociales, seguridad y autoestima. Hay incluso quienes afirman sin sonrojo que, en muchos casos, el uso excesivo de las vías de comunicación 2.0 interfiere de manera  negativa en la necesaria socialización en el mundo real. 

Desde mi escasa experiencia y como absoluta profana en comunicación, psicología o sociología, me pregunto: si una persona con problemas para relacionarse en sociedad, es capaz  -gracias a herramientas como Twitter, Facebook o Tuenti- de expresar sentimientos, emociones, opiniones, interactuar, discutir, sonreír, alegrarse, felicitar aniversarios, mostrar empatía en los duelos de sus congéneres, o sentirse mínimamente acompañada en su soledad en un momento de duelo, ¿qué hay de malo en ello?

No dudo que, dependiendo del grado de madurez individual, puedan existir ciertos riesgos. Sobre todo para ese tipo de personas que aún confunden los contactos de sus redes sociales con auténticos amigos, y que pueden llegar a  experimentar un pasajero estado depresivo al comprobar que alguien ha dejado de seguirles en Twitter. Son comportamientos que desde mi punto de vista resultan exagerados, pero tristemente observables, aunque me niego a considerarlos como un comportamiento generalizado. De todos modos, si lo pensamos bien, esto también ocurre todos los días en la vida real, donde lógicamente es mucho más doloroso: ¿a quién no se le ha resquebrajado el corazón ante una decepción provocada por alguien a quien consideraba un amigo? 

En mi humilde opinión, el peligro que entraña la socialización en las redes reside en que el individuo pierda pie firme en el mundo real a medida que se sumerge más y más en ellas. Habría que tener por ello especial cuidado con los preadolescentes, que hoy en día entran en Tuenti con apenas 12 años y en poco tiempo acaban teniendo perfil en Twitter. A esas edades, entiendo, sí es delicado el uso indiscriminado de las redes sociales, puesto que aún no se ha alcanzado la madurez necesaria para comprender que el muro de una página pública no es el lugar más adecuado para exponer los sentimientos más íntimos ni publicar toda nuestra vida.

Dejando aparte estas excepciones, no deberíamos olvidar que existe un enorme grupo de usuarios -quiero pensar que la gran mayoría- que no vive dentro de una red. Que socializan sin problemas en su vida cotidiana lo mismo que en el 2.0. Gente que ama la vida y a las personas, que lo mismo da los buenos días a un vecino en el ascensor y al conductor del autobús, que conversa con otros padres en el parque y tiene un buen número de amigos reales con los que comer cada día pero que, también, por qué no, gusta de pasar un tiempo charlando con desconocidos en las redes. 

En mi caso, las redes sociales son uno más de mis pasatiempos preferidos, junto con la lectura, la escritura, el dibujo o el cine, por ejemplo. Además, es un pasatiempo que, sin haberlo pretendido nunca, ha servido de vehículo para conocer personas interesantes. Para mi sorpresa, algunas de ellas se han acabado instalando en mi vida, en el grupo de los amigos reales. Decepciones me he llevado bien pocas -procuro no tener expectativas en ese sentido- y nunca han sido lo bastante importantes como para quitarme las ganas de seguir socializando con otros seres humanos. Dentro y fuera, por igual.

Me gusta la gente. La vida es maravillosa, un lugar infinito poblado de personas valiosas, interesantes, divertidas, cariñosas, generosas. ¿Por qué habríamos de autolimitarnos conocer a las que se encuentran físicamente más lejos, si tenemos la posibilidad de hacerlo? Yo, desde luego, me siento feliz de haber conocido a unas cuántas, también en el 2.0. La vida es todo eso, y mucho más.

Gracias ;)



9 comentarios:

  1. Las gracias a tí, compa. Y suscribo. Y comparto.

    Un abrazo y buena tarde.

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    1. Gracias, querido Manuel. Tus comentarios son siempre la sal de este blog, y me encanta percibir siempre en ellos cariño.
      Un abrazo.

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  2. Y es que ya se sabe que sólo aquellos en quienes confiamos tienen capacidad para traicionarnos... ^^ Coincido con tu visión de las cosas, ya lo sabes, porque lo hemos comentado por Twitter ;) Confieso que soy de los que llegado cierto momento, el mundo virtual se me queda corto con ciertas personas y tengo que pasar al mundo físico. Sólo así considero que se puede tener una auténtica relación personal con los demás.

    Un abrazo ;-)

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    1. Coincido contigo Gabriel, cómo no. Hasta tal punto que, además de tener una vida real plena, me dispongo próximamente a emprender un viaje al encuentro de nuevas gentes, a las que he conocido en el mundo virtual ya quienes no tengo temor, sino ganas, de conocer en persona.
      Saludos amigo

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  3. ¿Te acuerdas de nuestros tiempos blogueros, cuando despotricábamos contra quienes respondían a un post con un "+1" o un "firmado: yo"?...pues eso. Que totalmente de acuerdo, vaya.

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  4. Muchas gracias Carmen!!! Ha sido un sentimiento plasmado sobre el papel. Tú me entiendes;)
    Un beso

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  5. Efectivamente, el hombre es un animal social, "un hombre solo una mujer asi tomados de uno en uno son como polvo no son nada" dice Goytisolo. Otra cosa es que siempre hay algun rèptil entre los hombres, a ese hay que ignorarlo, y procurar que en un descuido no pique. Pero al final nuestra alegría esta entre los hombres, entre los que pasamos grandes momentos, eso si, sin esperar nada a cambio, solo esa vivencia que por mas años que pasen siempre se cuenta y forma parte del acervo de nuestras vidas. Joan

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    1. Creo que casi siempre te digo lo mismo, Joan, pero es que es lo que me inspiran siempre tus palabras: eres un hombre elegante. Algo precioso, por poco común, hoy en día. Ah! Y no cabe duda que adoras a Goitysolo :)
      Un abrazo.

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