25 de abril de 2012

Todo pasa

Hace unos días, cuando el frío y la lluvia regresaron en plena primavera, escribí una entrada dejándome llevar por la nostalgia de los días grisesNostalgia de tiempos mejores, de días de rosas, nostalgia de seres queridos que se fueron de nuestro lado, unos sin querer, otros por decisión propia. Estos últimos son tal vez los que más duelen, porque tomaron voluntariamente el camino que les alejaba de nosotros, al descubrir tal vez con el tiempo que no éramos importantes en sus vidas. 

Es doloroso ver alejarse los trenes que se llevan una parte de nuestra vida, por pequeña que esta fuera. Hay que ser muy fuerte para agitar la mano con aplomo diciendo adiós. Pero no queda otro remedio que hacerlo y, al mismo tiempo, recordarnos cada día que somos alguien valioso y digno de ser amado. Nadie merece que perdamos la sonrisa y las ganas de volver a alzarnos y continuar el camino, una vez más. 

Afortunadamente en esta vida, todo pasa. Lo que en algún momento nos pareció imposible, se convierte en una posibilidad no tan lejana. Cuando alguna vez pensamos que no volveríamos a sonreir, amanece un nuevo día soleado y nos sorprende la sonrisa aflorando en los labios sin anunciarse. Cuando creímos que nuestra vida quedaría vacía con la ausencia, descubrimos de pronto que se está llenando de nuevo, sin darnos cuenta, de nuevas esperanzas. Cuando la decepción nos hizo pensar que no volveríamos a creer en el ser humano, descubrimos a nuestro lado personas maravillosas dispuestas a darnos la mano en el camino. Una mano sincera y generosa, que no deberíamos negarnos a tomar nunca. La mano que borrará de nuestra mente la nostalgia, haciéndonos descubrir que lo que añorábamos, era infinitamente peor que todo lo que nos espera por delante.

Nostalgia, ma non troppo. Por suerte, todo pasa.


18 de abril de 2012

Juguemos

A veces es más sano no tomarse la vida demasiado en serio. Y en el amor, es posible que la parte divertida sea el juego. Que lo relevante no sea tanto saber si el otro está enamorado, como que lo parezca. De poco sirve alguien que ama en silencio, si no está presente en nuestra vida físicamente, ni acompañándonos a lo largo del camino ni tomándonos la mano en los trances difíciles. Y, si contamos con alguien que nos brinda las mismas ilusorias sensaciones que se sienten con el amor verdadero, ¿qué sentido tiene cuestionarse si se trata solamente de un juego? 
Juguemos pues, mientras podamos, sin salir lastimados. 



-¿Juegas conmigo?-
-¿Cuál es el juego?-
-Jugar a enamorarse-
-¿Hay premio?-
-La libertad, si consigues
salir sin enamorarte-
-Juguemos pues, mientras podamos-.

* * * * * *

-¿Por qué la mató?- preguntó el fiscal.
-Porque le había prometido amarla hasta la muerte-
respondió, -y jamás he faltado a una promesa-.

                   * * * * * *

-No puedo vivir sin ti- dijo ella.
-Pues deberías ir aprendiendo- respondió él.
-¿Es que vas a dejarme?-.
-No. Es que quiero que seas libre-.


9 de abril de 2012

Lluvia

La mayoría de la gente se siente mejor en los días soleados. Pareciera que la vida nos sonríe a través de cada rayo de sol que nos llega. Sentimos más intensamente el calor de las personas que nos quieren, e incluso nos parece que el odio y el rencor de nuestros enemigos, se hacen insignificantes. Una vez una mujer que podía ser mi madre me dijo que las personas mayores necesitan el sol para vivir. Desde que llegó la primavera, me doy cuenta de que sin darme casi cuenta, he debido de hacerme mayor.

Hay también quien adora los días de lluvia. La verdad es que no hay mayor placer que quedarse en casa viendo llover tras los cristales. Aunque son días que, a mí personalmente, me inducen a la melancolía y me hacen recordar, más que nunca, a las personas que ya no están en mi vida. Unas, porque dejaron de existir. Otras, porque quisieron marcharse. Pensaréis que es bastante tonto recordar con melancolía a quienes dejaron de estar a nuestro lado por decisión propia. Pues sí, lo es, tan absurdo como a veces inevitable. Es como cuando te sientes triste y no se te ocurre nada mejor que hacer que encerrarte en una habitación lejos de todos a escuchar canciones tristes de amor.

Me gusta la lluvia. Pero más me gusta ver el final. Cuanto más oscuro y gris está el cielo sobre nuestras cabezas, siempre llega un momento en que se acaba. A veces incluso, el sol se abre camino entre las nubes y nos obsequia con un precioso arco iris. Es cuando cierro el libro, apago la música y salgo a la calle. A borrar de mi mente los fantasmas que me impedían seguir caminando. A sacudirme de encima la culpabilidad sobre lo que pude haber hecho para hacer que se fueran. A concederme al fin el perdón, pensando que uno mismo, como la lluvia, no puede gustar a todos.