siempre ha jugado contra los amantes.
Que la historia más dulce
llega al punto final en un instante.
Que ni el amor ni el sexo,
siendo piedra angular, son lo bastante
para impedir la prosa
donde sólo hubo versos asonantes.
Uno no sabe cómo
el corazón que amaba con demencia
despierta una mañana
sumido en dejadez e indiferencia.
Y donde hubo deseo,
pieles, corvas, saliva y vehemencia,
queda apenas un rastro
de cariño muy leve sin querencia.
Llegados a este punto,
sólo queda esperar cierta clemencia.
Asomada a la fosa
donde yace el amor dejando ausencia,
deseo, no otra cosa,
que el odio no haga acto de presencia.
Que si ya no perfuma,
aquel amor marchito deje esencia.
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