Leía hace unos días una entrada de mi amiga Mercè Roura en su blog La rebelión de las palabras, en la que habla de la capacidad para desprenderse de las ataduras y ser uno mismo, iluso muchas veces pero al fin y al cabo vivo y ardiente. Me gustó mucho, como todo lo que ella escribe, porque tiene una mente incansable y prodigiosa y maneja el lenguaje con una soltura para mí envidiable. Me gustó, y me hizo reflexionar. Sobre lo efímero de esta única vida que tenemos, sobre tanta y tanta gente que muere sin haber vivido, sobre los riesgos que entraña vivir apartando miedos y tomando trenes.
Confiar en la gente, perseguir ilusiones, devolver sonrisas sin pensar que probablemente la que nos han mostrado, no es más que un gancho para atraparnos, para hacernos daño cuando hayamos bajado nuestras barreras... todo esto conlleva muchos riesgos. Por eso tal vez, los seres humanos cargamos sobre nuestras espaldas con tantos miedos. Porque del mismo modo que en los primeros tiempos, el miedo ayudó a nuestros ancestros a defenderse contra los predadores, hoy en día sigue siendo el miedo quien nos dice "no tomes ese tren... puedes salir lastimado".
Vivir la vida tal como llega, confiar en las personas, ilusionarse por amor, soñar despierto, son actitudes que indudablemente pueden llegar a causar dolor, porque ponemos nuestro yo más auténtico y vulnerable en manos de los otros. Unas veces saldrá bien, y otras, nos destrozarán el corazón como un papel de seda arrugado entre las manos. Nos llevaremos algunas decepciones, pero también un buen puñado de vivencias positivas. Francamente, creo que merece más la pena una vida de verdad que no dure cien años, que una larga vida anodina y segura, sin sobresaltos, taquicardias, aventuras e inseguridades que nos acompañen cuando partamos.
Como dijo hace más de cien años Harriet Beecher Stowe, la autora de La cabaña del tío Tom: "Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas".
Pastillas para no soñar (J. Sabina)
Si lo que quieres es vivir cien años
No pruebes los licores del placer.
Si eres alérgico a los desengaños
Olvídate de esa mujer.
Compra una máscara antigas,
Mantente dentro de la ley.
Si lo que quieres es vivir cien años
Haz músculos de cinco a seis.
Y ponte gomina que no te despeine
El vientecillo de la libertad.
Funda un hogar en el que nunca reine
Más rey que la seguridad.
Evita el humo de los puros,
Reduce la velocidad.
Si lo que quieres es vivir cien años
Vacúnate contra el azar.
Deja pasar la tentación
Dile a esa chica que no llame más
Y si protesta el corazón
En la farmacia puedes preguntar:
¿tiene pastillas para no soñar?
Si quieres ser Matusalén
Vigila tu colesterol
Si tu película es vivir cien años,
No lo hagas nunca sin condón.
Es peligroso que tu piel desnuda
Roce otra piel sin esterilizar,
Que no se infiltre el virus de la duda
En tu cama matrimonial.
Y si en tus noches falta sal,
Para eso está el televisor.
Si lo que quieres es cumplir cien años
No vivas como vivo yo.