15 de enero de 2013

Pastillas para no soñar

Fotografía: Anna Adén, vía Cultura Inquieta


Leía hace unos días una entrada de mi amiga Mercè Roura en su blog La rebelión de las palabras, en la que habla de la capacidad para desprenderse de las ataduras y ser uno mismo, iluso muchas veces pero al fin y al cabo vivo y ardiente. Me gustó mucho, como todo lo que ella escribe, porque tiene una mente incansable y prodigiosa y maneja el lenguaje con una soltura para mí envidiable. Me gustó, y me hizo reflexionar. Sobre lo efímero de esta única vida que tenemos, sobre tanta y tanta gente que muere sin haber vivido, sobre los riesgos que entraña vivir apartando miedos y tomando trenes. 

Confiar en la gente, perseguir ilusiones, devolver sonrisas sin pensar que probablemente la que nos han mostrado, no es más que un gancho para atraparnos, para hacernos daño cuando hayamos bajado nuestras barreras... todo esto conlleva muchos riesgos. Por eso tal vez, los seres humanos cargamos sobre nuestras espaldas con tantos miedos. Porque del mismo modo que en los primeros tiempos, el miedo ayudó a nuestros ancestros a defenderse contra los predadores, hoy en día sigue siendo el miedo quien nos dice "no tomes ese tren... puedes salir lastimado".

Vivir la vida tal como llega, confiar en las personas, ilusionarse por amor, soñar despierto, son actitudes que indudablemente pueden llegar a causar dolor, porque ponemos nuestro yo más auténtico y vulnerable en manos de los otros. Unas veces saldrá bien, y otras, nos destrozarán el corazón como un papel de seda arrugado entre las manos. Nos llevaremos algunas decepciones, pero también un buen puñado de vivencias positivas. Francamente, creo que merece más la pena una vida de verdad que no dure cien años, que una larga vida anodina y segura, sin sobresaltos, taquicardias, aventuras e inseguridades que nos acompañen cuando partamos.

Como dijo hace más de cien años Harriet Beecher Stowe, la autora de La cabaña del tío Tom: "Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas".





Pastillas para no soñar (J. Sabina)


Si lo que quieres es vivir cien años
No pruebes los licores del placer.
Si eres alérgico a los desengaños
Olvídate de esa mujer.
Compra una máscara antigas,
Mantente dentro de la ley.
Si lo que quieres es vivir cien años
Haz músculos de cinco a seis.

Y ponte gomina que no te despeine
El vientecillo de la libertad.

Funda un hogar en el que nunca reine
Más rey que la seguridad.
Evita el humo de los puros,
Reduce la velocidad.
Si lo que quieres es vivir cien años
Vacúnate contra el azar.
Deja pasar la tentación
Dile a esa chica que no llame más
Y si protesta el corazón

En la farmacia puedes preguntar:
¿tiene pastillas para no soñar?

Si quieres ser Matusalén
Vigila tu colesterol
Si tu película es vivir cien años,
No lo hagas nunca sin condón.
Es peligroso que tu piel desnuda

Roce otra piel sin esterilizar,
Que no se infiltre el virus de la duda
En tu cama matrimonial.

Y si en tus noches falta sal,

Para eso está el televisor.
Si lo que quieres es cumplir cien años
No vivas como vivo yo.



16 comentarios:

  1. …no lo hagas nunca sin condón!!! :DDD

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    1. Raúl, jajaja, you are the milk!
      Bueno, te doy la razón. Pero sólo en eso, eh? Porque... No queremos vivir cien años, verdad?
      Un abrazo grande

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  2. Hola, Izaskun, buenas noches; tus letras me han gustado y mucho (nada tienes que envidiarle a Mercè, cuyas reseñas también me encantan, como bien sabes...). Pero yo sí soy de los de los cien años (o los que buenamente caigan), y con cuantos menos sobresaltos de toda índole, mejor. ¿Acomodaticio, cobarde...? Admito todos los calificativos, claro, pero no me quejo de condición ni de querencia. Que de 'tó' ha de haber en la viña aquella, ¿no...?

    Un fuerte abrazo y hasta pronto.

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  3. Querido Manuel, qué alegría! Te echo mucho de menos ya sabes dónde.
    Gracias por tus amables palabras, compa. En cuanto a tu postura, quién soy yo para ponerle adjetivos? Lo que tú hagas, si es tu elección y, como parece, te satisface, me parece perfecto.
    Ah, una cosilla. Cuando cumplas los 100, espero queme invites a tu fiesta de cumpleaños
    Un fuerte abrazo

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  4. Condicionar el presente a un hipotético futuro puede suponer renunciar a ambos en pro de una garantía de nada, porque nada es seguro más allá del presente. Sumar felicidad y placeres a lo largo de la vida, pasa por disfrutar plenamente esos momentos, sin limites ni miedos al mañana. Disfrutando cada instante plenamente, lo hacemos nuestro para siempre, pase lo que pase al momento siguiente.

    Has entendido muy bien el mensaje de Mercé y también escribes muy bien. Parecido estilo en esa particular y atractiva forma de fundir lo emotivo con la cruda y a veces, ingrata realidad.

    Un abrazo!!

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    1. Muchas gracias Clandestino. Eres tan amable y te expresas de una forma tan delicada, que siempre que leo un comentario tuyo en mi blog me haces sonreir y me das una alegría. Estoy encantada de tu visita, como siempre.
      Un abrazo

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  5. Hola Izaskun,

    Aunque creo en la felicidad, y que ésta consiste sobre todo no en aquello que conseguimos, sino en lo que estamos apunto de conseguir, siempre he dicho que la felicidad está sobrevalorada, y de hecho alguna vez me reprocharon esta visión un tanto oscura de la existencia. Creo que en algún momento alguien nos quiso engañar con píldoras de felicidad que no cabe más que buscar en nuestro día a día, en la plenitud de pequeños momentos cotidianos y en tener proyectos, anhelos, ilusiones que sirvan de motor a nuestra vida, ayudándonos a superar el dolor y las decepciones. Porque no nos engañemos: la vida es sobre todo dolor. La excepción son los pequeños momentos de felicidad. Pretender lo contrario es vivir atado a la frustración. Por eso, saboreemos las pequeñas treguas y satisfacciones, los regalos de la vida en lugar de lamentarnos por lo que nos duele. Vivir no consiste evitar el dolor, sino asumir que forma parte de la vida ;)

    Un abrazo y gracias por tus reflexiones.

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    1. Buenos días Gabriel. Tu aportación, como siempre, es muy valiosa y me hace pensar: la vida es sobre todo dolor? Estoy de acuerdo en que no existe la felicidad como situación de continuidad (además, si siempre pudiéramos ser felices, ¿cómo íbamos a darnos cuenta si nunca pasamos baches que nos recuerden lo que es la ausencia de felicidad?), pero de ahí a ver la vida como dolor, fundamentalmente, va un trecho. Gracias por pasar por aquí Gabriel, me encanta verte ;)
      Un beso

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    2. Hola Izaskun, no digo que la vida sea sobre todo dolor, sino que, en la vida, la norma es la incomodidad, la enfermedad, el dolor, el sacrificio... Si pensamos en cómo vive la mayor parte de la población mundial, lo excepcional (por no decir irreal) es eso que en el primer mundo llamamos felicidad y que muchas veces parece algo inventado por un guionista de telenovelas.

      Tal vez deberíamos aprender que, dentro de esa lucha, de esa incomodidad, del sacrificio o el dolor, puede esconderse esa felicidad que muchas veces se nos quiere vender en píldoras de efecto inmediato, como si la felicidad y la alegría no tuvieran nada que ver con el esfuerzo.

      Resumiendo: ¿no será que la vida consiste en luchar constantemente y en dotar de sentido a esa lucha? A lo mejor la felicidad consiste en eso: en asumir que hay que pelear y en aprender a saborear las pequeñas treguas, disfrutando de cada paso que damos hacia nuestras metas, aunque nos salgan llagas en los pies, nos perdamos en alguna intersección o tengamos más de un tropiezo: al fin y al cabo no hay otra forma de avanzar :)

      Besos.

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    3. Vale, perfectamente claro, Gabriel, y estoy de acuerdo contigo. Precisamente esa lucha constante contra las dificultades es parte del "estar vivo" del que hablaba en mi entrada. Mientras luchamos estamos vivos, nos sentimos enérgicos. Cuando en lugar de eso nos apalancamos, es fácil dejarse llevar por la queja constante y no hacer nada para cambiar lo que nos está afectando.
      Me encanta cómo estáis subiendo el nivel con vuestras aportaciones, todas magníficas y muy bienvenidas. De verdad, gracias.
      Otro beso ;)

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  6. Izaskun, que bien tenerte en mi blog así al lado pues con tus escritos me haces ser mejor.
    Permíteme tomar de tu estupendo escrito lo siguiente:"Sobre lo efímero de esta única vida que tenemos, sobre tanta y tanta gente que muere sin haber vivido, sobre los riesgos que entraña vivir apartando miedos y tomando trenes", yo te digo que la vida es todo eso y mucho más y que merece la pena tener cerca a personas que como tú te hacen vibrar. Gracias.

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  7. Hola Javier! Me da gusto verte de nuevo por aquí. Dices cosas muy bonitas, que te agradezco enormemente. Pero más te agradezco que hayas perdido un rato de tu tiempo dejándome tu comentario. Como sabes, es lo que más ilusión hace a un bloguero (aunque sea modesto ;)
    Un abrazo

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  8. Si muchas veces no tomamos trenes,es por que sabemos que las futuras alegrías las celebraremos nosotros pero el probable fracaso lo sufren los nuestros y por ellos no arriesgamos.Saludos

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    1. Gracias por tu comentario. Estoy de acuerdo en que ese es el motivo por el que la mayor parte de la gente que tiene la oportunidad de tomar un tren no lo hace. Aunque muchas veces, el sufrimiento de "los nuestros" es sólo una disculpa muy manida para tapar los miedos personales. Creo que los nuestros, se benefician siempre de nuestra felicidad, y que es injusto cargarlos con el peso de nuestra infelicidad, cuando el único culpable de no haberla perseguido es uno mismo y sus miedos o falta de valor. Tampoco entiendo que los nuestros puedan ser más felices gracias a nuestra infelicidad. Creo que se los pone demasiadas veces de disculpa, para no hacer lo que uno no tiene valor, o deseos, de hacer.
      Muchas gracias! Saludos

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  9. Tenemos suerte con sólo vivir sea poco o mucho, creo.

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  10. Tenemos suerte con sólo vivir sea poco o mucho, creo.

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