30 de diciembre de 2011

@microcuentos 5


Reunió el valor para soltarle
todo lo que sentía y había estado callando.
Él, bajando el periódico que le tapaba:
¿quién eres?

* * * * * *

La última campanada sonó junto al timbre de la puerta.
Abrió y encontró un pequeño frasco.
La etiqueta decía "cura contra el cáncer"

* * * * * *

Con los cohetes que lanzó en Nochevieja,
quemó el recuerdo de los que lo habían abandonado
e inició sin ellos el Nuevo Año, en Paz.
* * * * * *
Amanecía el 1 de enero.
Ansioso por comenzar su nueva vida, abrió la ventana:
los árboles pelados del día anterior habían florecido



28 de diciembre de 2011

El bonsái

Un día, una visita trajo un regalo muy especial a la casa: un pequeño bonsái de diminutas hojitas verdes. Era tan hermoso, que lo colocaron presidiendo una mesita junto al ventanal del salón. Allí, le limpiaban cada mañana el polvo de las hojas con cuidado y sentía el calor que le brindaba la presencia casi constante de los habitantes de la casa.  

Pero pasó el tiempo. Y un día, alguien se acercó hasta él y tomó en sus manos la maceta, sacándolo de la habitación luminosa donde había reinado y conduciéndolo fuera de la casa, hasta el invernadero. Por el camino, creyó ver a través de la cristalera del salón que otra maceta ocupaba el lugar en el que había vivido. Y sobre esta, una planta de tallo alto y elegantes flores blancas.

En su nuevo hogar, las visitas empezaron a ser cada vez más espaciadas. El pequeño bonsái, plantado en su maceta entre frutales jóvenes que le sacaban varios palmos de altura, veía a duras penas la luz del fluorescente que alumbraba la vida en el invernadero. La tierra de su pequeña maceta comenzó a secarse y el bonsái temía que, sepultado entre las ramas de sus vecinos, el jardinero se hubiera olvidado de su existencia.  

Pasaron los meses, llegó la Navidad, y el invernadero se convirtió en un constante ir y venir de macetas de ponsetia y pequeños abetos. De vez en cuando, el jardinero continuaba pasando por los senderos cargado con una regadera e iba regando árboles, arbustos y flores. Pero nunca más se acordó del bonsái, y mientras los demás árboles seguían creciendo, él permanecía anclado muy abajo en sus pequeñas raíces. Sepultado en el olvido.

27 de diciembre de 2011

Nuevo Año

Apenas le quedan cinco días a este año y ya tenemos al siguiente tras la puerta, agazapado esperando su entrada llena de malos augurios en lo económico (el nuevo gobierno ya ha anunciado que seguiremos en recesión y, entre otras cosas, nos congelarán los salarios a los mismos de siempre, esos sueldos que ya llevan años en la fresquera). Por ese lado se vislumbran bien pocas esperanzas de mejora, así que nos queda todo lo demás, que no es poco.

Nos queda la ilusión de imaginar un mejor año en lo personal, cargado de sorpresas, gentes y lugares por conocer, y tal vez de nuevos propósitos. Esos que en teoría nos hacemos siempre, desde que éramos pequeños y vivíamos cada inicio de curso como si se trarara de una etapa crucial de nuestra vida, y nos proponíamos ser mejores hijos, estudiar más, hacer más caso a papá y mamá y a los maestros. Y pasábamos las yemas de los dedos sobre el forro nuevo de los libros, que con tanto cariño forraba mamá, prometiéndonos que lo haríamos mejor esta vez.

Ojalá consiguiéramos retomar ese espíritu inocente de la infancia en estos días y proponernos nuevos retos personales. Y por encima de todos ellos, el de no dejar de lado a los que nos necesitan, a quienes dependen de nosotros y aún tenemos la suerte de poder tener cerca, de poder acariciar y besar cada día. Y a los amigos, esos de los que muchas veces renegamos -algunos incluso, dudando de su existencia- y de los que a veces sólo nos acordamos para compartir una comilona o tomar unas copas y que, sin embargo, pueden necesitar más nuestra llamada cuando no hay nada que celebrar. 

Por último, un propósito que no debería faltar y que deberíamos renovar cada día: sonreir más. Porque no tenemos idea de lo que puede suponer para algunas personas, una sola de nuestras sonrisas. Y cuesta tan poco...


Feliz 2012 para todos